Cada día vemos diferentes proverbios y mensajes que nos cuentan lo difícil que es empezar, emprender, caer y volver a levantarse. Eso creo que todos, por experiencia propia o ajena, lo tenemos muy claro.
Lo realmente importante, más allá de saber que tan dura puede ser la caída, es saber cuales deben ser los pasos a seguir -referido sobretodo al inicio de una empresa o desarrollo de producto- al menos para realizar un inicio sólido.
La sociedad laboralmente activa y productiva está pasando por una coyuntura de cambio y reestructuración impulsada por la crisis. Ya no todos trabajamos en una oficina de lunes a viernes, ni somos parte de una corporación internacional; ahora muchos somos parte de varios proyectos a la vez y algunos, los más arriesgados, somos nuestros propios dueños. Porque ciertamente en toda crisis hay una oportunidad, y es por ello que están en pleno auge el emprendimiento, los autónomos o las cooperaciones, todos apuntando a ese cambio de modelo laboral.
Hasta allí las cosas parecen claras, lo que quizás no es tan claro es ese día a día, esa operatividad en la que a veces, por la emoción del inicio o por la excitación a lo desconocido, cometemos grandes errores de gestión. Algunos de los errores más comunes, y a veces hasta banales, podrían ser la gestión del tiempo, del espacio de trabajo y de los recursos económicos.
Si estamos en el proceso de construcción de un nuevo negocio, lo más probable es que lo hagamos desde casa para optimizar recursos, pero esto puede dar lugar a consecuencias peligrosas: quizás estaremos operativos a las once de la mañana en lugar de las nueve como si nos tocara trasladarnos a una oficina, puede que mezclemos la actividad laboral con otras caseras o personales, o que nos toque siempre el papel de ayudar a otros, porque somos el amigo que tiene más tiempo libre al no trabajar en una oficina. Todas estas cosas, sin darnos cuenta, podrían convertirse en nuestro peor enemigo (quizás a alguno ya le habrá sucedido), pudiendo llegar a pasar varias veces a la semana, y así minimizando nuestros días realmente productivos y retrasando nuestros objetivos.
Una opción accesible, productiva y efectiva podría ser el incorporarnos a una zona de trabajo compartida, dónde convergen profesionales de diferentes tipos que pueden darnos muchas aportaciones. Una de las más valiosas es la energía que se transmite entre todos, que puede aportar confianza a nuestro proyecto y también la posibilidad de desarrollo de negocio, gracias a las redes que se desarrollan en estos espacios de coworking.
En The Shed Co te invitamos a probar una semana junto a nosotros, para que compruebes nuestra filosofía.
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